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Anónimo
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5) Ayer, después de tanto esperar, al fin me follé a la quinta mujer.
-Después de mucho tira y encoje, y de decirnos por qué sería difícil mantener una relación de amistad con tanta tensión sexual cuando ella está en una relación "estable"; el día de ayer mientras tomaba cerveza y estaba un poco deshinibido le escribí. Para mi suerte, ella también estaba un poco ébria y concretamos en vernos.
Fuí lo más rápido que pude al lugar de encuentro, compré un par de cervezas más y fuimos a conversar en un lugar tranquilo y alejado de la ciudad donde vivimos. Realmente pasó muy poco tiempo antes de que empezaramos a besarnos como un par de infelices necesitados; yo por el deseo tan y morbo tan absurdo que me provoca pensar en follarme a una mujer que no me pertecene, y ella por su parte supongo que el morbo de serle infiel al miserable que está con ella.
Después de un rato de cachondeo intenso, de sus piernas temblando tan solo con besarnos lentamente, y sus gemidos cada vez que mordía sus labios suave pero intensamente, le dije que teníamos dos opciones. Cada quien iba a su casa o íbamos a un motel, ambos ardiamos de deseo así que sin dudarlo fuimos al motel.
En el motel nos pusimos comodos, conversamos brevemente y empezó la sesión de sexo más intensa y larga que tenido este año. Mis manos encontraban solas el camino para desnudar su pequeño y firme cuerpo de aproximadamente 1.50cm de estatura; su cintura diminuta y caderas prominentes, senos relativamente grandes para su contextura y cada detalle exactamente justo donde debería ir. Nalgas apretadas, total y completamente depilada y con un aroma; un aroma que me emborrachó y me hizo devorarle el coño sin mediar palabra en el preciso instante en el que retiré su ropa interior.
Ella estaba en su etapa de ovulación de su ciclo menstrual, lo sospechaba por lo inusualmente atractiva que estaba y porque realmente no se quejó ni se negó, sino que gimió como una perra cuando la penetré sin preservativo del ardor sexual que tenía en ese instante. Recapacité, y decidí colocarmelo porque pretendía llenarla de tanto semen como pudiera producir esa noche.
Despues de tocar cada centímetro de su cuerpecito, de explorar con mis dedos y boca cada uno de sus agujeros, de hacerla venir un par de veces y maravillarme con el volumen de los gritos, lo erizada que se le ponía la piel con cada orgasmo y la forma en la que su vientre se movía al ritmo de las penetraciones; se nos hicieron las cuatro de la madrugada.
Ambos debíamos trabajar, ella en su hospital (porque es médico) y yo en mi propio trabajo. La dejé en casa de madrugada, agotada, sudada, morbosa y llena de pensamientos eróticos para que recreara pensando en mí mientras entraba a la cama con el pobre perdedor con el que vive.
Acabé tan fuerte que, al pararme de la cama, estaba caminando como una cría de gacela que no controla sus propias piernas. Al irme a trabajar no quería ducharme, porque no quería perder el olor de su sexo de mi cuerpo, de mis manos y mis dedos.
Es la mujer más pequeña de estatura, delgada de complexión y diminuta en casi todos los sentidos con la que he estado; si lo comparo con mujeres más grandes, menos delgadas y voluminosas en términos de senos grandes o culos gordos, me encantó la experiencia de estar con una mujer tan pequeña y delicada por la facilidad con la que la movía y la sensasión durante el sexo. Son mucho más fáciles de partir y follar como un maldito perro en celo.
-Su especialidad, no decir que no. Durante las casi seis horas de sexo, siendo nuestro primer encuentro, nunca le dijo que no a nada. Es una putita sumisa, que me rogaba que la hiciera suya y que la penetrara. Pude hacer cuanto quise con su coño, con su boca, con su ano, con sus pies, con su abdomen, su cuello, sus piernas, y cada cosa de la que quisiera abusar.